Solo al salir de los túneles uno se da cuenta de dónde ha estado. Cuando vuelves a la poderosa luz del sol y observes la sal que se ha pegado en tus pestañas, que se apodera de tu gusto y que se aloja en la carcasa de tu cámara descubrirás la magnitud de las minas de sal de Wieliczka, situadas a pocos kilómetros de la villa medieval de Cracovia (Polonia).
No se trata de una atracción turística más sino de toda una experiencia. Adentrarse un centenar de metros en las entrañas de la tierra para descubrir cómo funcionó una impresionante mina con más de 200 kilómetros de túneles por recorrer (la visita turística se limita a dos o tres) es de por sí impresionante. Si a eso añadimos lo ornamental de las magnánimas salas donde se celebran incluso bodas, el resultado es un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978, uno de los 12 primeros en ser reconocidos con esta etiqueta. El recorrido por las minas permite conocer la evolución de la minería a través de las distintas épocas (desde el siglo XIII hasta el XX) aunque lo más sobrecogedor no son ni entresijo de túneles ni los utensilios empleados para extraer la sal, sino las preciosas joyas escultóricas y arquitectónicas que aquí y allá se van diseminando por el circuito, todas ellas ganadas a la roca con maestría y sostenidas por una infraestructura de madera.
Información útil
La forma más económica para llegar hasta la entrada de las minas es a través del autobús urbano 304 (preguntad en la oficina de turismo por sus paradas), el viaje dura aproximadamente 20 minutos y para a menos de un minuto del punto de partida hacia el interior de la mina. El tour obligatoriamente incluye un guía, en inglés todo el año y en español solo de junio a septiembre y conviene llevar ropa de abrigo ya que las temperaturas abajo rondan los 15ºC y de media la visita dura unas dos horas y media.
En su web oficial podréis consultar todo lo necesario para vuestra visita.
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