El Templo de Artemisa, el Coliseo de Roma y el Viaducto Millau
El Mar Mediterráneo ha sido el eje por el que ha girado gran parte de la cultura más ancestral. Grandes civilizaciones como los egipcios, los fenecios, griegos o romanos dejaron huella de su paso en multitud de ciudades y edificios a lo largo y ancho de este apacible mar. El Templo de Artemisa es muestra de este legado. Dedicado a la deidad de la caza griega y construído en Asia Menor cautivó a poetas, escritores y hasta al mismísimo Alejandro Magno. Unos siglos después surgía en la capital del basto Imperio Romano un monumento al entretenimiento humano, pero también a la crueldad. Avanzando cerca de dos mil años en el tiempo, pero a tan solo unos kilómetros de distancia, el viaducto más alto del mundo facilita el transporte por carretera en Francia.
Templo de Artemisa en Éfeso
De todas las maravillas antiguas el Templo de Artemisa en Asia Menor sobresalía por encima del resto, al menos para el poeta griego Antípatro de Sidón que lo califica como elogia así: “Cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande”.
No sabemos si el criterio del lírico respondía o no a la estricta realidad pero sí sabemos que el templo que dedicaron a la diosa griega de la caza fue una de las obras más espectaculares de su tiempo.
En el actual terreno de Turquía en la antigua ciudad de Éfeso aún perdura la atmósfera de tiempos lejanos. Los restos de su biblioteca, sus baños o su teatro dejan recuerdo de lo que fue una gran ciudad. Pero por encima de todos sus edificios, el Templo de Artemisa brillaba con luz propia al reflejo de la luna durante el siglo V antes de Cristo. Según algunas descripciones antiguas, en concreto de Plinio el Viejo, el templo podía llegar a medir 115 metros de largo por 80 de ancho, contaba con 127 columnas de casi 20 metros y estaba construido casi en su totalidad con mármol blanco.
Como en prácticamente la totalidad de estas maravillas antiguas el Templo de Artemisa no duró mucho. En el año 356 a.C fue pasto del fuego justo la noche en la que nacía Alejandro Magno, quien años más tarde llegó a conquistar Éfeso.
Sin entrar a valorar la precisión de las descripciones antiguas no cabe duda de que el Templo de Artemisa fue un referente de la arquitectura clásica, una estructura admirable solo a la altura de los dioses del Olimpo.
Fuentes:Wikipedia, mundocuriososencillo, sietemaravillas
El Coliseo de Roma
55.000 gargantas gritando, dictando suerte o castigo. Un espacio para la diversión, para la aclamación de nuevos héroes y algún villano, para el espectáculo. Pero también un lugar de sollozos, gritos desgarradores de pánico y dolor, de sudor y de sangre. Todo esto y mucho más tenía lugar en el gran anfiteatro que comenzó a construirse durante el mandato de Vespasiano, setenta años después del nacimiento de Cristo. El reflejo pasado de un estadio moderno, donde nacen ídolos y el pueblo olvida sus preocupaciones.
El anfiteatro Flavio, como se llamó originalmente el Coliseo, tiene forma ovalada y casi 190 metros en su eje más largo por 156 m en el corto. Sus dimensiones estaban a la altura del espectáculo que allí se representaba: los mejores gladiadores del imperio pisaban la arena de Roma. El recinto era apropiado hasta para representar batallas navales, para lo que era preciso inundar la escena. Un conjunto de arcos y la superposición de los órdenes griegos (dórico en la planta inferior, jónico en el siguiente piso y corintio en el tercero) han hecho que este edificio fuese objeto de estudio y fuente de inspiración para los artistas posteriores.
Hoy en día la imagen del Coliseo dista mucho de ser aquella que imponía durante la Roma antigua. Muy deteriorado, en zonas derruido, utilizado como fortaleza y aprovechando sus ladrillos para otras edificaciones, el actual anfiteatro deja una sensación de melancolía, de gloria perdida, de tardes de salvaje espectáculo que quedaron en polvo como si fuesen únicamente el fruto de libros o películas. Pero a pesar de todo el Coliseo aún goza de una atmósfera especial, un aura de grandeza. Aunque el estadio no volverá a rugir ni a llorar por sus gladiadores el espíritu de todos ellos sigue estando en la arena, parte de una Roma antigua pero eterna.
Fuentes: Maravillas del mundo, enciclopedia Salvat. National Geographic
Viaducto Millau
Los ángeles ya tienen su autopista. En el sur de Francia está construido (terminado desde el 2004) el viaducto más alto del mundo con el fin de unir con una vía de alta velocidad a París con el mar Mediterráneo. Una autopista de cuatro carriles suspendida a más de 340 metros que salva el valle y que libera al pueblo medieval de Millau de unos atascos kilométricos.
Estamos ante una obra de ingeniería moderna magnánima. A diferencia de las maravillas antiguas, culto a dioses y símbolo de opulencia y poder, el viaducto cumple una importante función como lugar de tránsito para miles de vehículos. Pero la funcionalidad de la obra no fue suficiente para sus arquitectos, Virlogeux y Norman Foster, sino que además el puente atirantado está dotado de belleza y geometría. Siete pilares de 700 toneladas de acero que sostienen más de 36.000 toneladas de autopista gracias a su cableado. Siete retos modernos que fueron superados gracias a la ayuda de todas las técnicas modernas.
Los pájaros tienen un competidor directo y sólido. Los ángeles y los conductores, un paso seguro y eficaz para atravesar el valle del Tarn.