La fontana más bella del mundo


Cuando Federico Fellini pensó en Anita Enkberg bañándose por la noche en una de las fuentes de Roma, seguro que no dudó. La localización no podía ser otra. La fuente más bella de Italia, la más bella del mundo. La Fontana di Trevi.


Situada en una pequeña plaza donde muere la Via delle Muratte, perpendicular a la gran via del Corso que une las plazas del Popolo y Venecia, la Fontana di Trevi aparece majestuosa ante los ojos de los visitantes que la van buscando y más aún a aquellos que se la encuentran por sorpresa. Belleza escondida, opuesta a la grandilocuencia de la fuente de los cuatro ríos emplazada en el centro de la alargada plaza Navona, que la otorga si cabe más esplendor al proyecto de Nicola Salvi en colaboración con varios escultores.

La actual fuente fue realizada en el siglo XVIII gracias al concurso lanzado por el Papa Clemente XII quien pretendía dotar de grandiosidad el final del antiguo acueducto Aqua Virgo que suministró de agua limpia a Roma desde antes del nacimiento de Cristo. La importancia de estos acueductos es evidente y por eso los romanos tenían la tradición de construir una fuente al final de cada uno de ellos.

La Fontana di Trevi destaca por su dramatismo, por sus figuras en movimiento pidiendo escapar de la piedra y cobrar vida. Dinamismo, continuo movimiento, como el agua. Neptuno se erige como figura protagonista dominando la escena y al resto de personajes: los tritones y los caballos, dispuestos de esa forma con el objetivo de afianzar la asimetría. Flanqueando al dios de los mares aparecen la abundancia y la salud.

Roma, la ciudad eterna, cuenta con cientos de monumentos, museos o lugares de interés. La Fontana pertenece a una categoría superior, un selecto y elitista grupo. De esas obras ante las que puedes estar mañana, tarde y noche admirándola, uno y otro día, porque su belleza nunca se agota. La armonía que transmite es sorprendente, gracias a la disposición de los elementos y al agua, agitada en su descenso y tranquila como un espejo descansando en el estanque, combinando pasión y serenidad. El Palacio Poli, a su espalda, dota al actor Neptuno de un escenario idóneo. Por la noche la luz artificial hace que la obra cobre más emoción si cabe.

La Fontana di Trevi se ha forjado su propia leyenda, modificada con el paso de los años. Dicen que si arrojas una moneda al estanque volverás algún día a ver Roma. Un pacto con el dios Neptuno. El cine se ha encargado de aumentar el mito de esta admirable fuente hasta elevarla a una obra imprescindible en la colección de nuestra retina.

 

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Fuente: elaboración propia, Maravillas del mundo- Editorial Salvat.

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